Trocitos de porcelana envueltos en románticos trapitos,
Fueron llegando domingo tras domingo, llenando los vacíos y los estantes.
Se amontonaron por rincones
Hasta llenar los espacios.
Y un día los libros las fueron atropellando hasta meterlas en un cajón.
Pasaron los años y con cada apertura trajeron un recuerdo y una sonrisa, hasta que un día hizo falta el cajón y cogidas de la mano y sin querer decir adiós, se dieron prisa y fueron a otro rincón.
Se les acumula el polvo y van perdiendo color pero todavía presumen con honor.
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