EL CALLEJÓN DEL SANTO CRISTO

 Uno más de tantos días, me encuentro con uno más de los rincones de esta ciudad.
Diez de la noche de un día de Noviembre y... al pasar por la Plaza del Santo Cristo,
de repente, un deseo irrefrenable de colarme por el callejón y cambiar el recorrido a casa.
Y entro en el maravilloso mundo de la intimidad de un pueblo que aún siendo de dominio público, conserva lugares como este par de calles que parecen perdidas en el tiempo.

 Los vecinos al resguardo del hogar nos dejan su tarjeta de visita engalanada y recelosa de la mirada ajena.

Nos miran y nos escuchan tras las ventanas y sienten como invadimos sus espacios, reservados a las gentes del pueblo que se miran a los ojos y se saludan con la mano, se preguntan por la salud y comparten el caldo.

Yo que vivo aquí hace tanto, todavía me considero extraño.

Y me siguen sobrecogiendo momentos y rincones de este espacio.

Tanto me maravilla la limpia luz del día, como la quietud nocturna que envuelve la vida intima de un pueblo que duerme.

Queriendo

La casa y sus habitantes están dormidos, yo despierta.
Como muchos días, estos momentos de infinita intimidad,
me llenan la vida.

Todos duermen y todo calla pero mi mente no deja de cotorrear.
¿Quién va y quién viene?
¿Dónde están sus inquietudes y fantasías?
¿Qué les duele?
¿Qué buscan y qué quieren?
¿Qué silencios o palabras los mueve?

Cuanto daría por saber la forma de poner luz y color en sus vidas.
Por hacerlos felices sin mentiras, por quitarles las dudas y fatigas.
Por poner paz en sus angustias y bálsamos en sus heridas.
¿Cuántos ramos de besos y abrazos necesitaría, para llenarles la vida?
¿Cuánto chocolate para pintar su sonrisa?

La Bola de Cristal

Miras en su interior buscando una respuesta
y te pierdes en el reflejo de su brillo.
No te dice nada porque está cerrada y compacta.
La densidad de su materia oculta la complejidad
de todo pasado, presente y futuro.
Y de repente te asusta saber que todo lo que buscas,
está, o...no, oculto.

Tu hora no es más que la hora que vives

El momento se pierde en pensar en el futuro y acabo sin vivir ni el hoy ni el mañana.

Ahora me siento a pensar y no soy capaz de ver lo que me rodea, perdida en cosas por hacer, ideas, proyectos y soluciones para el siguiente minuto de mi vida
.Ni este momento en el que escribo pacifica mi alma perdida.
En otros tiempos escribir ponía quietud y sosiego en mis días, ahora todo son, sin descanso, días.

Mi espíritu creativo está encerrado bajo montañas de quehaceres, sin un momento para expresarse y relajar mi mente inquieta.
Turbas de nombres, palabras sin sentido, noticias tristes, imágenes y sonidos enturbian el cristal de mi ventana.
Me quedo ciega , está claro que no quiero ver nada.

Locura

No hay suturas suficientes para coser la herida de una mente.
Desangra poco a poco un hilo de su esencia, a veces vida y a veces muerte.
Ingenio y clarividencia , llenos d inteligencia y ocultos bajo borbotones de  putrefacta capacidad lógica.

Perdido en la niebla

Recuerdos de ayer y hoy sin posibilidad de un orden cronológico.
Iras incontroladas por el miedo, el odio,el olvido y el dolor de creer en lo cierto que todos niegan.
Aislada en un mundo diferente con visitas exteriores que se van espaciando con el tiempo, dejándote en el más absurdo de los aislamientos.
Negras nubes en el horizonte que traerán la inevitable borrasca de olvido y aislamiento a tu vida y tu entorno.