El otoño nos invita al recogimiento, la quietud, la meditación y la observación-
La luz y el calor de una vela nos hacen focalizar la vista y el pensamiento, pueden llevarnos
o traernos imágenes y pensamientos nuestros o externos que nos hacen despertar del amodorramiento
al que nos somete la rutina, la tv, las noticias, la música repetitiva de la radio que continuamente
nos bombardean con aquello, que quieren que nos lleve por un camino no elegido libremente, la
mayoría de las veces.
Por eso me gusta trabajar duro y llegar cansada a casa.
Mientras trabajo no tengo señales.ni informaciones que desvirtúen mi pensamiento y cuando llego
a casa no soporto ver la tele, solo escuchar algo de mi música favorita hasta caer rendida.
Y si no te gustan las velas, el sol de las tardes otoñales es perfecto para hacer meditaciones cortas, el calor es tan dulce como el de las velas.
Y es sanador tener tiempo para estos pequeños sorbos de vida.