Tardes de quietud rotas por los agudos cantos de amor en un cielo a
punto del ocaso.
Silencios llenos de movimiento y color que recuerdan que la vida
continua aún cuando no vemos la salida de nuestro tunel.
Pellizcos a nuestra alma desesperada para llamar la atención sobre la
voluptuosidad del universo que nos rodea y la insignificancia del ser
humano y sus problemas.
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