Una obsesión vestida de recuerdo,
un silencio en el pecho.
El olvido que hiere los besos
más fríos que el hielo.
La nieve de tu pelo y mi pelo,
como el vaho en invierno,
van diciendo por donde pasó el tiempo.
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Tus manos se quedaron mis sentimientos
y tu voz anduvo rompiéndome sueños.
Cristales rotos de pecados muertos
destrozaron mis pies cautelosos.
Y en el tiempo que va del verano al invierno
va y viene un nombre al recuerdo.
Se repite, se repite, se repite
y se agota hasta caer muerto.
Se enreda tu voz en mi pelo
y se hacen nudos de silencio,
que corto malhumorada y sin desprecio.
Así me voy cojeando
por otras historias y otros cuentos,
pensando por donde andarán los besos.
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