Una hora es suficiente
para dormir el alma y callar la mente.
Dejar libres los sentidos y vaciarte,
poniendo en un papel
lo que en el cuerpo te hierve.
Como veneno que quema ,
Produce nauseas y erupciones.
No te deja dormir y te condena
a escuchar los relojes.
Hay quien lo desprecia,
quien lo venera
y quien teme sus reproches.
A mi, esta dulce condena,
me llena, de poemas, las noches.
Me deja limpias las venas
y el alma llena de roces.
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