viernes, 29 de enero de 2021

Bichos que matan, cambios que hieren.

 Hoy que estoy en modo reflexivo, pensando en cambios que hieren y bichos que matan,

 doy gracias al cielo por ser benévolo conmigo y  estar azul ,con un sol radiante y templado

 que es tan sanador como los abrazos amigos.

Oportunidades perdidas


Sé que, como yo, hay cientos de miles o millones de personas a las que les duele un pedacito,

ahí , adentro del pecho, por todo esto que nos está cambiando sin quererlo.

Yo me conozco bien, sé que no soy una fiesta diaria, ni muy cariñosa, ni divertida.

Yo diría , gata, independiente y a veces arisca, no demasiado sociable pero si amiga  

de los amig@s de siempre, de los que me conocen y no tengo que dar explicaciones cuando

rio o lloro. Ellos ya saben.

Pues estos y mi familia saben que soy diferente con ellos y que necesito su presencia a menudo

en mi vida, que me faltan y que me vuelvo loca por estar en todos sitios al mismo tiempo. Que me gusta reir y hacer cosquillas, Decir tonterías y abrazarlos.

Ahora ya nada es lo mismo, nadie puede estar donde y con quien quiere. El contacto social

y físico está , si no totalmente prohibido, si coartado y controlado para reducirlo cada vez más.

Y con el agravante de que nos lo han envuelto en miedo para fijarlo en la mente y en el

 comportamiento como un nuevo hábito.

Así que siento como algo se me está rompiendo dentro, es un dolor , un duelo que pareciera sin dueño.

La seguridad de que esto no tiene vuelta atrás, nos quedará como un automatismo en el que los

saludos físicos nos repelen como los polos opuestos, y por el que estamos ya transitando,  desde el vernos a menudo al vernos después de semanas. 

Y así se van perdiendo los besos.

desde el llamarnos todos los días al no llamarnos,

desde las video conferencias a los wassaps y de las reuniones en casa a las salas en vivo de las redes sociales.

casi sin darnos cuenta que ya pasamos de los conciertos en directo a los conciertos on line.

Y tanto ir de compras con la amiga, la vecina, los hijos, el marido , pasamos a comprar en internet tu solito con tu dispositivo. 

Solo nos quedaban los bares, ay! esos lugares de diversas decoraciones que hacían, el marco perfecto 

El vino pasó a agua.


a según que emociones, puntos de encuentro de todas las relaciones y ahora sucumben bajo el cruel

yugo de un bicho que nadie ve y a todos nos marca.  

Y  así vamos todos con este mordisco por dentro ,al que no queremos  dar sitio pero que nos llena de vacío.                       

Las sombras se aferran a la vida.

            

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